viernes, 29 de febrero de 2008

Noche de Tango electrónico en la Ciudad de México

Iván Bastida Aguilar
Fotografías Iván bastida

Son las 9 de la noche, en el recinto comienza a sonar una especie de violín antiguo. Es la señal de que Bajo Fondo se encuentra presente y el show va a comenzar. Gustavo Santaolalla y compañía salen al escenario entre gritos y aplausos de las personas reunidas para disfrutar a esta banda Rio-Platense, mezcladora de ritmos tradicionales con los contemporáneos.

La banda comienza con temas para que los asistentes entren en conexión con ellos. Se escucha un beat rápido, algo agresivo que hace saltar a las masas, Santaolalla incita al público a saltar al igual que él. A pesar de que la noche acaba de comenzar Bajo fondo tiene en sus bolsillos al foro.

Llegan momentos de calma, canciones con rítmica mucho mas lenta y menos explosiva se hacen presentes. La melancolía ha comenzado a llegar a cada uno de los ahí presentes. Los acordes, combinados con una iluminación tenue, hacen parecer que el tiempo se detiene.

Los asistentes no dejan de aplaudir y gritar. Comienzan a mover de nuevo los pies al escuchar canciones como Grand Guignol. La emoción se hace aun mayor al escuchar en grabación la voz de Gustavo Cerati entonando “El mareo”.

El lugar se ha convertido en una olla a punto de estallar, por toda la pista se ve parejas bailando, incluso quienes se encuentran solitarios mueven el cuerpo ya consiente o inconscientemente. En el escenario algunas afortunadas han sido invitadas para bailar a lado de estos virtuosos músicos.

El tiempo de partir llegó, Bajo fondo se despide del publico, las luces continúan apagadas. Los gritos de “otra, otra” se escuchan por todo el recinto convertido en manicomio.

Los músicos regresan a escena, no vienen solos, los acompaña una de las voces más bellas de México, Julieta Venegas con su particular estilo de cantar. Deleita a la muchedumbre y a los mismos músicos que la acompañan quienes le rinden reverencia al finalizar su canción y se marchan con ella dejando una vez mas el escenario vació con la esperanza de que otra canción es posible.

Como si un genio concediera los deseos de los ahí reunidos, Bajo Fondo vuelve con mucha energía. Santaolalla comienza a bailar un poco de tango. La noche ha sido intensa. Se puede apreciar agotamiento acompañado de felicidad en los rostros de cada uno de los intelectuales de la música.

Todo lo que empieza debe terminar este concierto llega a su fin entre aplausos que parecen interminables. En el centro del escenario, abrazados, los 8 exponentes musicales dan una reverencia al público y se marchan a sus camerinos.

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